*Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.*Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras para el que no obra de acuerdo con ellas.*Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.*Ni siquiera un dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo.*El insensato que reconoce su insensatez es un sabio. Pero un insensato que se cree sabio es, en verdad, un insensato.Buda (563 AC-486 AC) Fundador del budismo.
EL ALAMBRADO
TIPOS DE ALAMBRE
Fundamentalmente se usan dos tipos distintos, de cobre y de aluminio. Los
alambres de hierro no se usan por que al permanecer en la intemperie se acaban
oxidando y este óxido dejará unas feas manchas en la corteza además de resultar
tóxico para la planta en muchas ocasiones. Alambres recubiertos de plástico
tampoco se suelen usar a causa del precio y de sus llamativos colores que los
hacen demasiado visibles.
En cuanto a los dos tipos usados comúnmente, cada uno presenta ventajas e
inconvenientes por lo que cada aficionado tiene sus preferencias.
El aluminio tiene el gran inconveniente de un inalterable color plateado
brillante que destaca demasiado sobre la planta a menos que se haya recubierto
de un barniz, normalmente de color bronce. Otro inconveniente que tiene frente
al cobre es su mayor maleabilidad, cosa que obliga a utilizar calibres mayores
para conseguir un mismo efecto y por tanto resulta más visible. Por otra parte
las grandes ventajas del aluminio son su precio considerablemente más bajo y
que precisamente por ser más maleable que el cobre es mas sencillo de colocar.
El alambre de cobre recocido tiene un aspecto brillante pero tras unos días
situado a la intemperie adquiere un tono mate que se confunde perfectamente con
la rama en que se encuentra. El hecho de que sea “recocido” produce un alambre
un tanto más blando, que al ser colocado en la rama y permanecer a la
intemperie se endurece en poco tiempo fijando aun más la forma. Por ser menos
maleable que el aluminio se necesitan grosores considerablemente menores para
ejercer la misma fuerza, resultando mucho más discreto una vez colocado.
Su gran desventaja es sin lugar a dudas el precio.
En cuanto al calibre que debemos usar, como norma general es el mínimo
necesario para que la rama aguante en su posición. Ni más, ni menos.
Si el calibre es demasiado pequeño la rama no mantendrá su forma y puede que
acabemos dañándola con repetidos intentos de cambiar su posición. Seguramente
acabaremos viéndonos obligados a utilizar dos alambres con lo que el resultado
final será poco discreto.
Si por el contrario usamos un calibre excesivo, el conjunto resultará más
visible de lo necesario y como nos costará un mayor esfuerzo colocar el
alambre, el riesgo de dañar la rama en el proceso también será mayor.
EL calibre adecuado nos lo dirá la experiencia ya que es algo que depende
fundamentalmente del tipo de madera de cada especie. Cuando alambrar
En principio, y con el debido cuidado, es factible alambrar en cualquier época
del año, aunque según la especie hay épocas menos recomendables que otras. En
invierno, cuando los caducifolios se quedan sin hojas, es el momento en que
resulta más fácil su alambrado ya que no hay hojas que dificulten la tarea.
Además, tanto en caducifolios como en perennes, como la circulación de savia es
menor las ramas se encuentran algo más blandas y es más fácil doblarlas. Pero
hay que tener cuidado porque también se encuentran más quebradizas. Una vez
llega la primavera y las yemas se empiezan a abrir, es mejor esperar hasta que
las hojas hayan madurado. La nueva brotación es muy frágil y resulta muy
sencillo romperla inadvertidamente al colocar el nuevo alambre.
Una vez colocado el alambre conviene vigilarlo atentamente para evitar que se
“clave” en la corteza cuando la rama empieza a engordar. La planta empieza a
desarrollarse en cuanto llega la primavera, pero será con la llegada del otoño,
cuando la planta empiece a acumular reservas para la siguiente brotación, el
momento en que las ramas y el tronco engordan a una mayor velocidad.
Si también se ha trasplantar el árbol, el alambrado deberá realizarse primero
ya que es un proceso durante el cual se mueve bastante la planta, lo que
resulta perjudicial para un bonsai recién trasplantado que debe volver a
desarrollar sus raíces.
Para colocar el alambre se deben usar las dos manos; con una de ellas vamos
doblando el alambre mientras que con la otra acabamos de apretar al tiempo que
sujetamos la rama para evitar que se mueva en exceso.
¿Cómo colocar el alambre?
Siempre se ha de anclar el alambre en algún punto para que este pueda ejercer
fuerza. Si se alambra el tronco o una rama baja es posible anclarlo clavándolo
en el suelo, en caso contrario se debe fijar enrollándolo entorno a otra rama.
Se debe alambrar el árbol de abajo a arriba, empezando por las ramas más bajas,
y de la parte interior de la rama a la exterior; se trata del método más seguro
para no dañar las ramas en le proceso.
El alambre debe colocarse en espiras equidistantes, con un ángulo de unos 45
grados. En esta posición el alambre ejerce su máxima fuerza y resulta menos
visible.
Para
colocar el alambre se deben usar las dos manos; con una de ellas vamos doblando
el alambre mientras que con la otra acabamos de apretar al tiempo que sujetamos
la rama para evitar que se mueva en exceso.
El alambre no debe quedar muy apretado ya
que enseguida dañaría la corteza, pero tampoco debe quedar suelto ya que no
ejercería toda su fuerza y resultaría bastante más fácil dañar la rama al
doblarla. Siempre que se pase el alambre de una rama a otra se debería dar como
mínimo una vuelta al tronco para asegurarlo.
Si el alambre viene de abajo, es mejor que entre en la rama por la parte de
arriba ya que de este modo ejerce una mayor fuerza; si por el contrario el
alambre llega por arriba debería entrar por la parte de abajo. Tampoco hay que
apretar demasiado las espiras en la axila de la rama ya que resulta más fácil
dañarla al doblar la rama.
NUNCA se deben cruzar los alambres cuando hay más
de uno en la misma rama: a parte de resultar demasiado visibles pueden llegar a
cortar el flujo de savia si por descuido permitimos que se claven. Si esto
llegase a ocurrir la rama podría morir.
Si no se va a alambrar el tronco y no hay otra rama
cercana a la cual fijar el alambre podemos dar una vuelta al tronco para
asegurarlo. Al doblar una rama hay que procurar que el alambre
quede en el exterior de la curva ya que de esta forma el mismo alambre protege
el “codo” de roturas en la parte externa
Siempre
que sea posible se deben pasar los alambres por la parte de atrás del tronco
para que resulten menos visibles.
Una vez se ha alambrado la rama se debe proceder a colocarla en su nueva
posición doblándola despacio pero firmemente donde haga falta. Es importante
tener previamente una idea clara del diseño, hacer un dibujo de la forma
deseada ayuda, para no andar probando distintas opciones sobre la marcha;
doblar una y otra vez la rama buscando su posición satisfactoria es la mejor
manera de conseguir que esta muera..
Si
a pesar de todo notamos como la rama se quiebra deberemos dejarla tal y como
está. Normalmente habrá cedido en el exterior de la curva que estemos formando
en ese momento pero es muy posible que todavía queden los suficientes vasos
conductores en la parte interior como para que la rama continúe viviendo y
cierre la herida. Si nos empeñamos en continuar doblando muy posiblemente la
rama se acabará partiendo completamente, mientras que si tratamos de devolver
la rama a su posición original con toda probabilidad romperemos también los
vasos conductores de savia del interior de la curva y la rama morirá.
Doblar ramas o troncos muy gruesos requiere de técnicas especiales como
enrafiados, cortes, etc, merecedoras de un apartado propio.
Finalmente, tras el alambrado conviene proteger la planta del sol durante 2 o 3
semanas ya que al colocar el alambre y doblar la rama pueden haber quedado
multitud de hojas giradas. Con el tiempo la planta las irá reorientando hacia
la luz pero de momento presentan su delicado reverso hacia el sol y pueden
quemarse.
Retirar
el alambre
Mas tarde o más temprano nos encontraremos con la necesidad de retirar el
alambre colocado, ya que la rama ha ido engordando y éste empieza a clavarse.
Para retirarlo se puede ir desenrollando empezando por la parte más alta del
árbol y por el exterior de las ramas para ir bajando progresivamente. Para
desenrollar es importante usar las dos manos: una maneja el alambre y la otra
sujeta la rama justo por detrás del punto en que lo estamos retirando.
Al desdoblar el alambre hemos de ser cuidadosos de no retorcerlo ya que con él
retorceríamos también la rama, ni de ejercer fuerza sobre ésta; toda la presión
debe ejercerse sobre el alambre. Idealmente éste debería quedar más o menos
recto al ser retirado.
Como no todos podemos ser lo suficientemente habilidosos una forma segura de
quitar el alambre es ir cortando cada espira con un corta alambres con cuidado
de no dañar la corteza. Aunque en caso de encontrar un punto en que la rama se
ha “tragado” parte del alambre por haber tardado demasiado en retirarlo no nos
quedará más remedio que hacerlo a mano y con sumo cuidado ya que el uso de una
herramienta dañaría la rama.
Incluso es posible que si hemos sido lo suficientemente descuidados nos resulte
imposible retirarlo, ya que éste ha desaparecido por completo en la rama. En
ese caso no nos queda más remedio, si no queremos causar un estropicio mayor al
sacarlo, que cortar los extremos todavía visibles del alambre dejando el resto
definitivamente dentro de la rama bajo una fea cicatriz que nos recordará
durante mucho tiempo nuestro error.
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